sábado, 18 de febrero de 2012

1888. 'Año de los Tiros'. Un movimiento social de trasfondo ecologista II (por Jose Manuel Torres Ayala)

2.- La Liga Antihumista, ¿ecologismo o interés económico? 

Telera en Planes (Foto: JMTA)
Los humos aumentaron exponencialmente desde la llegada de la Compañía y no sólo afectaban a los pueblos más importantes de la Cuenca Minera – Nerva, Riotinto, Zalamea y El Campillo- sino que el viento los extendió hasta veinte pueblos del entorno, de Huelva y Sevilla.
Los vecinos reaccionaron y empezaron a formarse comisiones en cada uno de los pueblos afectados, a las que se unió la formación de la Liga Antihumista, engendrada por los propietarios agrícolas de la zona. La población de la cuenca minera comenzó a quedar dividida de forma maniquea: humistas contra antihumistas. Las protestas y las sesiones informativas de la Liga para poner fin a los humos y concienciar a la sociedad y los altos cargos políticos se sucedieron en toda la década de 1880. 

Película  El Corazón de la Tierra
El Jefe de los Antihumistas era José María Ordoñez Rincón, un gran propietario de Higuera de la Sierra. La campaña en contra de los humos llevaba adosada una gran carga propagandística. En el mismo año que llegó la RTCL, la compañía minera creó el diario La Provincia, que hizo la mayor campaña de propaganda de la época, en columnas diarias que explicaban cómo la RTCL estaba legitimada a hacer las calcinaciones por el hecho de ser la propietaria de los suelos y subsuelos de la zona, pero se cuidaban en decir que el tope de calcinación que figuraba en el mismo contrato era de 500.000 TM, un tope con creces superado. Los argumentos utilizados por los humistas eran la mayoría de las veces falsos o manipulados. En este momento la RTCL comprendió la importancia de la batalla dialéctica que se estaba librando y de las facilidades que les otorgaría poder tener de su parte a la opinión pública y tener también mayor facilidad para influir en los cargos políticos y sus decisiones. Para ello compraron a todo tipo de expertos que pudieran ayudarlos a mantener sus tesis: abogados, funcionarios, gobernadores, políticos, etc. a los que se les duplicaba o triplicaba el sueldo para que defendieran las posturas de la empresa.
La Liga Antihumista estaba formada por caciques (en su mayoría) y pequeños propietarios a los que los humos de la Compañía perjudicaban en sus oficios agropecuarios. Los gases que las teleras desprendían eran bastante malignos para los cultivos y los animales, que veían lastrada su calidad de vida y su productividad. La Liga basó sus actuaciones en el interés común y mediante sesiones informativas por todos los pueblos afectados, cartas a la prensa, parlamentos ante los políticos al más alto nivel y manifestaciones, con las que  pretendían ganarse a la opinión pública de la zona. La Liga Antihumista bosquejó el conflicto de los humos desde el problema ecológico que planteaban los gases tanto a la vegetación como a las personas afectadas. De este modo, el  el año de los tiros se convirtió en el primer conflicto ecologista de la historia de España. El problema es pensar si verdaderamente los caciques de Zalamea peleaban en pos del bien común  el ecologismo o utilizaban este tema como un globo sonda para llegar a un interés mayor, la pérdida de poder de los caciques que representaban el viejo sistema de productividad basado en el sector primario, frente al nuevo sistema traído por la RTCL a la comarca basado en el sector industrial. Parece que el conflicto se dirimió de este modo como una lucha de egos y del control de la zona. Puede ser que los caciques utilizaran la buena prensa la Liga Antihumista para ganarse al pueblo para posteriormente intentar volver a hacerse con el control de una zona que estaban perdiendo. En este sentido, el profesor de la Universidad de Sevilla Francisco Baena piensa que “pesaron mucho más los intereses de la clase terrateniente, que veía como estaba perdiendo no sólo su poder político y económico, sino también su influencia social en la cuenca minera”. 

Sea como fuere es cierto que el año de los tiros tiene un componente ecologista innegable que junto con el de las garantías laborales fueron los que más pesaron a la hora de que la gente se echara a la calle para protestar por lo que pertenecía: el derecho a vivir con salud, a tener unas condiciones de trabajo humanas y a disfrutar del medio ambiente en plenas condiciones.

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